Dadas las labores de enseñanza
que se desarrollan en el Ala 23, los pilotos de la Base de Talavera
se dividen entre Protos (Instructores) y Alumnos.
Los alumnos proceden de la Academia General
del Aire ubicada en San Javier (Murcia), y son aquellos que han obtenido
las mejores calificaciones de su promoción. Cada curso llegan
a Talavera en torno a 12 alumnos, que tienen por delante un duro curso
abordo de los F-5B, lo que practicamente significa para ellos aprender
a volar de nuevo. De hecho la parte inicial del curso se dedica a adaptación
al nuevo avión, cuyas características se diferencian enormemente
de las del C-101 empleado en la A.G.A.
A la finalización del curso de
caza y ataque, los alumnos con mejores calificaciones eran elegidos para
realizar el curso de instructor de la unidad, e incorporarse asi al
selecto grupo de "protos", más conocidos como "Patas
negras", en referencia a uno de los tesoros gastronómicos
de la tierra extremeña.
Ser
proto del Ala 23 es un honor, y representa muchas horas de duro trabajo
para sacar adelante a todos los alumnos de cada curso, al mismo tiempo
que se realizan las misiones encomendadas a una unidad plenamente operativa
dentro del Ejército del Aire español.
Con cierta frecuencia, el Ala 23 recibe
la visita de unidades de la OTAN, o realiza ejercicios con otras unidades
del Ejército del Aire, en los que queda demostrada la alta cualificación
de sus protos, y su profundo conocimiento del avión que vuelan,
siendo capaces de superar en combate a aviones de mayores prestaciones
que el F-5B, al que en una ocasión y con cierto menosprecio,
un piloto de Phantom calificó como "bicicleta".
Los patas negras adoptaron un lema, que
figura en el cuadro de números uno de cada curso desde la creación
de la Escuela de reactores, y que es toda una filosofía a seguir
por cualquier piloto: "La calidad del aparato importa muy poco.
El éxito de la misión, depende del piloto que lo maneje"
(Manfred Von Richtoffen), y es que aún hoy en día, con
unos aviones donde se imponen las nuevas tecnologías, el corazón
de cada avión sigue siendo su piloto. Las decisiones que deben
tomarse en décimas de segundo durante el desarrollo de un combate,
dependen exclusivamente de él, y del entrenamiento recibido dependerá
que sean acertadas.
Cada
año, los alumnos abandonan la Base de Talavera la Real, siendo
ya pilotos de combate, la élite del ejército del Aire.
Atras queda un año de su vida, muchos amigos, y una evolución
personal probablemente tan grande como la que han experimentado a nivel
profesional.
El nuevo Eurofighter equipa
ya a las unidades de combate del Ejército del Aire. Toda su tecnología
se pone al servicio del piloto que lo vuela, y ese piloto se
ha formado en el Ala 23.
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