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Foto Colección José Manuel Santaner      Dadas las labores de enseñanza que se desarrollan en el Ala 23, los pilotos de la Base de Talavera se dividen entre Protos (Instructores) y Alumnos.

     Los alumnos proceden de la Academia General del Aire ubicada en San Javier (Murcia), y son aquellos que han obtenido las mejores calificaciones de su promoción. Cada curso llegan a Talavera en torno a 12 alumnos, que tienen por delante un duro curso abordo de los F-5B, lo que practicamente significa para ellos aprender a volar de nuevo. De hecho la parte inicial del curso se dedica a adaptación al nuevo avión, cuyas características se diferencian enormemente de las del C-101 empleado en la A.G.A.

      A la finalización del curso de caza y ataque, los alumnos con mejores calificaciones eran elegidos para realizar el curso de instructor de la unidad, e incorporarse asi al selecto grupo de "protos", más conocidos como "Patas negras", en referencia a uno de los tesoros gastronómicos de la tierra extremeña.


     Ser proto del Ala 23 es un honor, y representa muchas horas de duro trabajo para sacar adelante a todos los alumnos de cada curso, al mismo tiempo que se realizan las misiones encomendadas a una unidad plenamente operativa dentro del Ejército del Aire español.

     Con cierta frecuencia, el Ala 23 recibe la visita de unidades de la OTAN, o realiza ejercicios con otras unidades del Ejército del Aire, en los que queda demostrada la alta cualificación de sus protos, y su profundo conocimiento del avión que vuelan, siendo capaces de superar en combate a aviones de mayores prestaciones que el F-5B, al que en una ocasión y con cierto menosprecio, un piloto de Phantom calificó como "bicicleta".

     Los patas negras adoptaron un lema, que figura en el cuadro de números uno de cada curso desde la creación de la Escuela de reactores, y que es toda una filosofía a seguir por cualquier piloto: "La calidad del aparato importa muy poco. El éxito de la misión, depende del piloto que lo maneje" (Manfred Von Richtoffen), y es que aún hoy en día, con unos aviones donde se imponen las nuevas tecnologías, el corazón de cada avión sigue siendo su piloto. Las decisiones que deben tomarse en décimas de segundo durante el desarrollo de un combate, dependen exclusivamente de él, y del entrenamiento recibido dependerá que sean acertadas.


     Cada año, los alumnos abandonan la Base de Talavera la Real, siendo ya pilotos de combate, la élite del ejército del Aire. Atras queda un año de su vida, muchos amigos, y una evolución personal probablemente tan grande como la que han experimentado a nivel profesional.

      El nuevo Eurofighter equipa ya a las unidades de combate del Ejército del Aire. Toda su tecnología se pone al servicio del piloto que lo vuela, y ese piloto se ha formado en el Ala 23.


Foto Juan Carlos Pando
Patas negras antes de partir al desfile de 2002 en Madrid (Foto J.C. Pando)